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lunes, 17 de junio de 2013

Porque la vida puede ser maravillosa

Hace ya algo más de dos años que me decidí por ir a la asamblea constituyente de Equo en Almería. Dos años de la decisión de pasar de la indignación al compromiso, en este caso, con un grupo de gente excepcional, formando parte de un proyecto que para mí, resulta ilusionante y necesario. Han sido dos años de experiencia "política" (¡cómo cuesta decir esa palabra!) cargados de la ilusión por crear algo nuevo y cargados también de un montón de enseñanzas sobre "de qué va el tema". Aprendes a discutir, a escuchar, a sentir como tuyos otros puntos de vista, a reafirmarte en otros cuando son compartidos por tus compañeras. Pero sobre todo, yo he aprendido sobre el compromiso. No sobre el compromiso con unas siglas, ni con un grupo, ni con ciertas personas, no va de eso. Es COMPROMISO con mayúsculas, ése que va de uno hacia todas las demás.

Cuando decides que tienes que dar un paso adelante para intentar cambiar el mundo en el que vives porque éste ha llegado a desilusionarte (por no utilizar el verbo asquear), encontrarte con la gente con la que yo me encontré no tiene precio. Descubrir que existen personas que literalmente entregan su tiempo libre no sólo a teorizar sobre la sociedad que debiera ser, sino a llevarla a cabo día a día en la calle, en lo concreto; le hace sentir a uno insignificante, y le enseña a valorarlo todo mucho más.

Jamás entenderé bien, cómo personas con trabajos muy exigentes, hijos a su cargo, etc. son capaces de dedicar con tanta ilusión y entrega, tanto tiempo a trabajar por los derechos sociales y la justicia social, a ver cómo mantenemos vivos e intactos nuestros parques, a luchar por la cultura y el patrimonio locales, a estar en los plenos de su ayuntamiento, a montar mesas de participación ciudadana, a organizar recogidas de firmas y prebiscitos, ... y así podría estar párrafos enteros. Ya sé que no son las únicas que lo hacen, ni los primeros, ni quizá los que mejor lo hagan. Pero es genial poder decir que les definen más sus actos que cualquier programa político o cualquier documento ideológico interno. Y eso no tiene precio.

Yo defino a las gentes de Equo que he conocido en Almería como las "gentes de la sonrisa". Esa sonrisa que te recibe perpetua y que le hace a uno sentir la bondad, amabilidad y candidez de las que buscan el bien ajeno. Esa sonrisa que te transmite, parafraseando a D. Andrés Montes, "Aquí estamos. Intentándolo. Porque la vida puede ser maravillosa". Y yo creo que ellas trabajan por eso, porque la vida de todas las personas sea algo más maravillosa (o para que las de unos sean menos maravillosas y puedan ser mejor para las de la mayoría).

Nunca me gustó decir, "yo soy de Equo" o "pertenezco a Equo" sino más bien que, "una pequeña parte de Equo, soy yo". Es justo decir también que una parte de lo que yo soy es lo que ha aprendido y vivido con mis compas de Equo Almería. Por eso les dedico estas breves palabrillas que seguro que no son capaces de hacerles llegar todo lo que me han enriquecido durante estos dos años.

Para estas gentes mi reconocimiento, ahora que, por circunstancias personales me separaré (espero que sólo físicamente) de su compañía.

¡Salud y república!